martes, 11 de mayo de 2010

lo que llamamos hogar


para sus amigos simplemente pacho, llevaba muchos años abandonado en un hospital, al principio todos sus allegados lo visitaban. Ahora solo lo visitan las enfermeras de turno quienes se han convertido en su familia y su único apoyo. Pacho era una persona fuerte pero gracias a su enfermedad estaba perdiendo sus fuerzas para seguir luchando pues no tenía esa motivación ni ese impulsito que necesita uno para aferrarse a la vida, ya había sido intervenido quirúrgicamente varias veces no sabían si resistiría una más. Algo que siempre decía pacho es que no le tenía miedo a la muerte, pero si le tenía miedo al paradero de su alma y era algo que siempre lo perturbaba pero él engañaba ese pensamiento, pensando que él ya estaba muerto y que a donde fuera sería mejor que la vida, o por lo menos lo que las personas llaman vida. Él siempre quiso volver a su hogar, pero cual hogar si no tenía, él decía que el hogar está donde lo piensen y lo extrañen a uno; y su hogar se encontraba al lado de su esposa que había fallecido varias años atrás y era la única que lo pensaba y lo extrañaba. Pacho a veces pensaba en ayudarle a la muerte a conseguir su objetivo y brindarle un poco de ayuda pero sabía que en el hospital iba a ser muy difícil y no lo iba a quedar tan fácil. Un domingo soleado y radiante como muchos de los tantos en nuestro país Pacho estaba muy tranquilo, ese día se bañó se afeitó le pidió el favor a una de las enfermeras que buscara a alguien para que lo motilara y asi acicalarse. Se recostó en su cama y comenzó a hablar muy calmadamente, las enfermeras un poco asustadas porque en la habitación no había nadie más que él, que repetía cosas como: no me importa, yo me quiero ir contigo ya, tu eres el que tiene la decisión y no te voy a discutir. Las enfermeras después de un rato no le pararon bolas, cuando en la noche en su parte más oscura Pacho soñaba lindas cosas y recordaba como era su vida antes de su enfermedad cenando al lado de su esposa, besándose acariciándose derrochando amor por toda la habitación, de pronto se dispararon las alarmas de la habitación 512, las vigilantes de la salud corren, los médicos y residentes de turno se apuran con el equipo necesario para despertar de su sueño a Pacho lo que ellos no saben es si Pacho quiere despertar.

jueves, 6 de mayo de 2010

miedo al miedo



No recuerdo la última vez que sentí la soledad sentada en mi regazo abrazándome con sus manos como neblina. Frías y oscuras, me paré y encendí un cigarrillo para matar tiempo o para que el tiempo me mate a mí. La desesperación se apodera de mi cabeza y creo que la suela de mis zapatos no van a resistir mucho mi caminar. Se desgastan rápidamente como se desgasta mi amor por ti. Oigo voces que me hablan, no sé si es mi conciencia o mi corazón. Será que esta soledad me está empezando a afectar y estoy enloqueciendo, a lo mejor lo que oigo no son voces si no el sonido de la agonía, aquella que me arrastra lentamente hacia un vacío mayor, del cual no alcanzo a ver el final. ¿Será que quiero ver el final? Es una pregunta que me acaba de explotar en mi cabeza pero creo que las posibles respuestas no las quiero conocer o tal vez sí. Pero es más fuerte el miedo, que mi curiosidad es un miedo que eriza mi piel y me hace sentir indefenso ante tal sentimiento. Ahora estoy descubriendo a que le tengo miedo y esta sensación no me gusta al igual que muchas otras. Respiro profundo, enciendo otro cigarrillo y tomo valor. Me quedo estático sin mover un solo musculo solo el humo que entra por mi garganta e invade mis pulmones. Así mismo me invado de valor y salgo a la calle, donde se que se encuentra la medicina para todos mis males. Recorro las calles con un rumbo definido. El ocaso me acaricia mientras sigo mi camino pero creo que me desvié. De pronto aparece una figura esbelta y armónica. La observo y mi mente se pone en blanco olvido todos mis pensamientos y me concentro solo en ella, decido preguntarle la hora a lo que ella responde. Con un cálido gesto y una dulce suave voz. Que viaja a través de mis sentidos, de los cuales ya no soy dueño no poseo y no controlo. Creo que encontré la medicina de mis males pero aun no sé si ella quiera suministrarme una dosis de amor. Aunque solo verla es una cantidad de morfina que aleja todos mis dolores, eso es ella una dama con el poder de curar tu alma con una sola mirada, mirada que no quiero alejar de mi y soy consciente del riesgo pero lo quiero tomar.